Sunday, 16 May 2010

Internacionalización y modernización de la economía española.


La internacionalización en la globalidad  

Un muy interesante artículo producido por AFI (Analistas Financieros Internacionales) para ICEX

Hoy, las empresas hacen frente al proceso de globalización mediante la internacionalización. La  globalización es un proceso que además de generar cambios en las condiciones competitivas y  en la organización de las empresas está suponiendo cambios en los modelos de producción y  en los intercambios comerciales, financieros, etc.  La apertura de una economía hacia la  globalización implica a los flujos comerciales y financieros, a la relocalización continua de  capacidades productivas organizadas en esquemas distribuidos por varios países y hace tanto  de las exportaciones como de las importaciones, y de los flujos de inversión directa, sean de  salida o de entrada, poderosos vectores de competitividad y modernización de las economías.


La internacionalización hoy no tiene nada que ver con la que se practicaba hace un par de  décadas. Y crecientemente adquirirá una dimensión global en la que se difuminarán los  conceptos convencionales de mercados exteriores, sedes y filiales para dar pleno paso a lo que  ya hoy se dibujan como mercados globales (la automoción, el turismo, la logística, la fabricación  avanzada, los servicios financieros, la salud, los servicios colectivos, la agroalimentación, etc.) y  cadenas de valor distribuidas por todo el globo, sistemas modulares de producción de bienes y  servicios, nodos de decisión estratégica, financiera, de innovación, de marketing. Nodos  cambiantes, decisiones optimizadas. En una palabra, industrias y negocios globales atendidos  por empresas igualmente globales de escala proporcionada a los mercados en los que actúan y  cadenas de suministro considerablemente exigentes nutridas por empresas de todos los  tamaños y especializaciones, eficientes y comprometidas con los objetivos de cada negocio  global por valiosos lazos de cooperación y competencia.

Podéis acceder al informe completo en el siguiente link.

Saturday, 1 May 2010

Cómo perdemos nuestro tiempo.


En cómo hacemos lo que hacemos cada día residen los motivos por los que no tenemos tiempo para nada. Los llamados “ladrones de tiempo” acaban haciéndonos perder un precioso tiempo que podríamos dedicar a usos más productivos, en lo personal y/o en lo profesional:

NO PLANIFICAMOS O PLANIFICAMOS MAL. No reconocer el valor de la planificación y la típica impaciencia para gestionar cualquier asunto de modo inmediato son las causas de una pobre planificación. Cuando no hay un plan de acción, las acciones que se acometen acaban desembocando en una improductiva utilización del tiempo que normalmente es crítico para que la tarea se pueda realizar de modo adecuado, eficaz y eficiente. Al final, las personas acaban por agobiarse al no contar con el tiempo necesario para desarrollar la tarea en cuestión.

TODO ES URGENTE, TODO ES UNA CRISIS. En la mayoría de los casos, todas estas típicas “crisis” tienen su origen en una mala o inexistente priorización de tareas. Cuando no se hace una distinción entre tareas URGENTES, IMPORTNTES e INNECESARIAS, es más que probable que las tareas NO importantes se lleven a acabo antes que las que sí lo son (que, en muchas ocasiones, ni se llegan a realizar). Por consiguiente, las personas acaban quejándose de que no tienen tiempo para las cosas importantes.

TENDENCIA A DEJAR LAS COSAS PARA DESPUÉS. Es fácil posponer cualquier acción o tarea para otro momento porque “ahora no toca”. El problema está en que las tareas se apilan, se pierden de vista y, al final, acaban convirtiéndose en una crisis que pudo haber sido fácilmente evitada. Este tipo de dilaciones se producen, habitualmente, cuando se quiere hacer todo al mismo tiempo y/o cuando las prioridades o no están definidas o están equivocadas. Es muy típico el estar haciendo algo y dejarlo por lo inmediato que se nos pida que hagamos, que volvemos a relegar tan pronto llega otra petición u otra necesidad por hacer cualquier otra cosa. Al final, el resultado es catastrófico.

INTERRUPCIONES. Normalmente, interrupciones y distracciones son el fruto de falta de planificación, escasa concentración y falta de control sobre el entorno que nos rodea. Hay un sinfín de formas en las que estas interrupciones se materializan: compañeros que pasaban por allí, llamadas de teléfono, correos electrónicos, reuniones no planificadas, poca comunicación entre compañeros / directivos, cadena de mando y autoridad poco clara, etc. A veces es recomendable trabajar en zonas donde haya menos posibilidades de ser molestado y avisar de que se está ocupado y no se debe ser molestado.

AUSENCIA DE DELEGACIÓN. Cuando no se delegan tareas o la autoridad para gestionarlas a otros, y uno quiere hacer todo por sí mismo, se acaba por hacer las cosas mal, tarde, no hacerlas y haber perdido el tiempo o el control sobre el mismo. Hay directivos que creen que sus subordinados no podrían hacer tal o cual tarea tan bien como ellos. Piensan que algo irá mal o no se hará bien si no son ellos quienes ejecuten la tarea. Al final, estos directivos acaban no dedicándole el tiempo necesario a los asuntos importantes como planificar a largo plazo porque, precisamente, no tienen tiempo para ello; siendo esto motivado por haber estado dedicando ese tiempo, precisamente, a operaciones y acciones del día a día, que deberían haberse delegado.

REUNIONES INNECESARIAS Y MAL ORGANIZADAS. Si se convoca una reunión sin una agenda específica y nada productivo resulta de ella, claramente, esa reunión fue innecesaria.

DESORGANIZACIÓN GENERAL. Los directivos y trabajadores pierden muchísimo tiempo, simplemente, por la desorganización en su empresa. Un entorno desorganizado impide que cada cuál sepa qué hacer, cuándo hacerlo, cómo hacerlo y a quién reportarlo. La desorganización en la empresa merece, por sí misma, varios posts específicos; pero sin duda que este mal endémico de muchas de nuestras empresas condiciona, sensiblemente, las inmensas pérdidas de tiempo de trabajadores y directivos. Hay estudios que muestran que los trabajadores pierden, por culpa de la desorganización en su empresa, una media de una hora de productividad diaria: ¿a cuánto coste monetario ascendería la factura si, simplemente, multiplicásemos el coste de esa hora de cada trabajador durante un año completo?

DESORGANIZACIÓN PARTICULAR. La simple falta de organización, de orden, de método en el trabajo y puesto de trabajo concreto de cada uno repercuten en una gran pérdida de tiempo. A veces, recomendaciones tan simples como las siguientes, contribuyen a que podamos optimizar mejor el tiempo del que disponemos: manteniendo a mano y en lugares concretos los elementos que vamos a necesitar, ordenando nuestro lugar de trabajo, asegurándonos de que contamos con los materiales y la información necesaria antes de comenzar la tarea que vamos a acometer, manteniendo un planificador de actividades por días…

DEFICIENTE DISTRIBUCIÓN FÍSICA. En ocasiones, algo tan simple como el no disponer de un fácil y rápido acceso a elementos de uso habitual ocasiona una ingente pérdida de tiempo. Ejemplos habituales son: escanear un documento, conseguir papelería de empresa, etc.

ACT ITUDES NEGATIVAS. Este tipo de actitudes hacen que las personas estén más pendientes de los problemas (reales, ficticios, personales, profesionales; del tipo que sea) y no de las soluciones que puedan solucionarlos. Además, cuando unos tienen esta actitud, no sólo ellos son perjudicados, sino que al compartir sus preocupaciones y quejas con otros compañeros, también aquéllos verán como su valioso tiempo será afectado.

GENTE NEGATIVA. Rodearnos de gente negativa hace que tengamos que dedicar tiempo a escucharles sin obtener nada positivo o aprovechable de ellos. Resulta obvio que evitar interaccionar con este tipo de personas ayuda a minimizar las pérdidas de tiempo improductivo.

El tiempo perdido es irremplazable; ya sea en lo personal, como en lo profesional. Miremos a nuestro alrededor e intentemos hacer de nuestro tiempo algo valioso y productivo para nosotros mismos, los que nos rodean y para las organizaciones a las que tanto tiempo de nuestra vida dedicamos.

La mala gestión del tiempo.


Todos podemos hacer lo que nos plazca con el tiempo del que disponemos, aprovecharlo o desperdiciarlo; es nuestra decisión. Pero cada segundo que ha pasado, ha pasado para siempre.

Bruce Lee.

Cada uno de nosotros dispone de la misma cantidad de tiempo: 60 segundos en un minuto; 60 minutos en una hora; 1.440 minutos en un día; y 525.600 minutos en un año. La mayoría de la gente afirma que le falta tiempo para todo, y sólo una ínfima minoría dicen que realmente saben sacarle partido a su tiempo. Esos pocos lo consiguen mediante una gestión efectiva de su tiempo.

La Gestión del Tiempo se refiere a cómo controlar el uso del recurso más valioso, y menos valorado, del que disponemos. Trata de cómo gestionarnos a nosotros mismos en relación con el tiempo. Es establecer prioridades, hacerse cargo de cada situación y de la utilización del tiempo. Significa cambiar aquellos hábitos o actividades que ocasionan pérdidas de tiempo. Es tener predisposición para adoptar hábitos y métodos que nos permitan sacar el máximo partido a cada minuto del que disponemos.

Cuando contamos con buenas habilidades de gestión del tiempo también estamos en control de nuestros propios niveles de energía y estrés. Podemos encontrar, entonces, un equilibrio entre la vida familiar y el trabajo diario. Hayamos más fácilmente la flexibilidad necesaria para responder a acontecimientos inesperados o nuevas oportunidades.

No se trata de la cantidad de tiempo de que disponemos, sino del uso que hagamos de él.

En nuestro mundo, el tiempo pasado no puede ser reemplazado por otro, ni podemos crear más tiempo. Un minuto desperdiciado es una oportunidad perdida de haber hecho algo con valor para uno mismo. Por tanto, la cuestión es de qué modo empleamos nuestro tiempo.

SÍNTOMAS DE UNA MALA GESTIÓN DEL TIEMPO

Una pobre o mala gestión del tiempo se pone de manifiesto, habitualmente, mediante algunos síntomas típicos que son fácilmente perceptibles.

Las personas que presentan alguno/s de los siguientes síntomas no estarán gestionando su tiempo adecuadamente.

PRISA CONSTANTE. Personas que siempre tienen prisa, que todo lo quieren para “ya”, que corren entre reunión y reunión, para las que todo es urgente.

RETRASOS FRECUENTES. Personas que tardan en contestar, que llegan tarde a reuniones o que las retrasan constantemente. Personas que han de facilitar informes o información en un plazo y que rara vez lo cumplen. Es habitual que se les tenga que pedir una y otra vez que nos contesten (e-mails, llamadas de teléfono, etc.), y con relativa frecuencia esas contestaciones o no llegan o llegan tarde y con mala calidad.

DESMOTIVACIÓN, BAJO RENDIMIENTO, AGOTAMIENTO VISIBLE: Personas para las que con habitualidad se encuentran saturadas, sobrecargadas de tareas. Lo “tocan” todo, pero acaban gestionando muy pocos asuntos de modo efectivo. No se dejan de hacer cosas, pero el rendimiento es escaso y el coste invertido, como resultado de esta mala gestión, tiende a ser muy alto.

FRUSTRACIÓN: Personas que suelen comentar que no entienden “cómo es posible que aún sigamos así”, que creían que “ese tema estaba ya solucionado, pero no lo está”. La ineficiencia y la mala organización acaban por desembocar en una sensación de frustración cuando se hace patente que la gestión “no marcha”. No se analiza realmente el porqué (eso debería ser lo importante) sino que nos quedamos en la sensación de frustración y de impotencia, culpando muchas veces a los demás.

IMPACIENCIA: Personas que continuamente demandan de su equipo, colegas, subordinados, etc., por aquél informe que pidió, por aquél otro resultado, por tal o cual respuesta… Y todo se quiere ahora, inmediatamente. Esta impaciencia premia lo “rápido”, esté bien o mal, más que lo “adecuado” y los resultados son, por tanto, no siempre adecuados.

CONSTANTES DUDAS ENTRE DIFERENTES ALTERNATIVAS: Personas que constantemente dudan entre qué hacer, qué opción escoger, qué alternativa elegir. Dudas que en gran parte son el fruto de las precipitaciones y la falta de análisis, lo que finalmente desemboca en una deficiente apreciación de el estado real de la situación, las opciones disponibles y el mejor curso de acción a implementar teniendo en cuenta todas estas circunstancias.

DIFICULTADES EN LA DEFINICIÓN Y EL ALCANCE DE METAS: Personas que no planifican, que actúan a corto plazo y que un día sí y otro también toman un curso de acción distinto en función de variables que antes no se habían considerado. Como no se definen metas, éstas no se pueden alcanzar.

Se podrían haber citado más características, pero las anteriores ya suman gran parte del perfil definitorio de estas personas que gestionan mal su tiempo.

Al final, el tiempo es el mismo para todos. Un minuto es un minuto en todas partes. ¿Hacemos un buen uso de nuestro tiempo? ¿realmente sabemos sacarle partido a nuestro tiempo?