Alcanzar
el equilibrio entre la vida privada y el trabajo es, desde hace algún tiempo,
un tema de discusión y debate. Y lo es, precisamente, porque ese equilibrio
parece siempre muy difícil de alcanzar para la mayoría. El entorno, de todo
tipo, nos presiona hasta extenuarnos en el trabajo dejando de lado nuestra vida
cuando lo adecuado sería que nuestros esfuerzos se encaminaran a alcanzar
nuestras metas tanto personales como profesionales, sin prescindir de ninguna
de ellas, porque ambas van de la mano.
Al fin
y al cabo, nuestra vida es única; es sólo una y todo transcurre simultáneamente.
Simultáneamente vivimos, simultáneamente nos relacionamos, simultáneamente
trabajamos y todo lo que nos ocurre afecta a todo lo que nos ocurre. La
retroalimentación es constante e inevitable.
Pero,
¿qué ocurre cuando no conseguimos un correcto maridaje entre ambas caras de la
misma moneda? Pues a nadie le van a sorprender, supongo, las respuestas…
-
Falta de realización personal: Cuando nos centramos sólo en el trabajo
(aunque sea el trabajo de nuestra vida) eso nos puede conducir a un peligroso
estrechamiento de miras que nos dejaría hundidos y en depresión cuando ese
trabajo deje de estar ahí.
-
Fatiga: La falta de tiempo libre, de no poder desconectar, de ejercicio y
otras distracciones desemboca en una pérdida de energía que tendrá,
irrevocablemente, un impacto negativo en la propia carrera profesional. Entre
la fatiga el “síndrome del quemado” hay un paso.
-
Tiempo perdido, e irrecuperable, con familia y seres queridos: Es típico
(yo lo he vivido y sufrido sus consecuencias) aquello de prometer que se pasará
más tiempo con la pareja y la familia una vez se hayan conseguido
ciertas metas profesionales o haber acometido ciertos trabajos. Sencillamente,
siempre habrá metas, y siempre habrá otros trabajos. Pero el tiempo pasa y tu
familia te necesita ahora.
-
Baja productividad y rendimiento: Cuando no se desconecta del trabajo, la
calidad del propio trabajo se ve mermada. Es así. Es necesario desconectar,
alejarse para ver con perspectiva y refrescar tanto la mente como la propia
actitud.
Hay
infinidad de estudios que muestran evidencias de que una correcta combinación
de vida privada y profesional es lo que permite ser más feliz y más exitoso en
todos los niveles. No se trata de trabajar menos; sino de trabajar mejor, de
aprovechar el tiempo, de ser productivo, de ser eficaz, eficiente y feliz.
De
entre todo lo que hay publicado, y del propio sentido común, sobre todo, se
podrían extraer múltiples consejos que sin duda contribuirían a eso que parece
tan difícil, conjugar la vida familiar con la laboral, la privada con la
profesional. Aquí van algunos (son todos los que están, si bien no están todos
los que son…)
-
Planificar con antelación: Se debe introducir actividades
no relacionadas con el trabajo en nuestras habituales monotonías laborales.
Puede ser hacer deporte, practicar un hobby, quedar con amigos o la familia, lo
que sea. Cuando no se deja espacio específico para este esparcimiento tendemos
a sacrificarlo a la primera de cambio por una necesidad de trabajo que siempre
va a acabar apareciendo (siempre surge algo urgente, pero que no siempre es
importante, ¿verdad?)
-
Comunicación: Es necesario comunicar a tu
entorno (familia, compañeros de trabajo, amigos…) que tienes planes, distintos
a lo del trabajo. Seguro que el plan sufrirá cambios y modificaciones, pero es
importante que todos sepan que ese plan es importante para ti, para tu vida
privada y tu propia carrera.
-
Algo cada día: Aunque sea durante 15 minutos,
se debe hacer algo cada día que no tenga que ver con el trabajo. Eso mejorará
la perspectiva hacia el propio trabajo, refresca la mente y contribuirá a la
propia satisfacción personal.
-
Ponerse en forma: Parece obvio, pero es algo que
se escapa con mucha frecuencia (y también lo viví en mis carnes…). Llevar un
estilo de vida saludable e incorporar alguna actividad deportiva dentro de la
rutina de cada día contribuirá no sólo a mejorar la salud en general, sino a
gestionar mejor las situaciones de estrés. Con menos estrés y más energía se
gana confianza, que conduce a mejorar el rendimiento y a tener una mejor
actitud en la propia vida privada. Son todo ventajas…
-
Ser organizado: Una muy buena idea es hacer,
diariamente, una lista que incluya las acciones a realizar y los objetivos que
se pretenden alcanzar en relación con esas acciones, tanto a nivel laboral como
privado. Y esa lista ha de ser “realista”; de nada sirve escribir quince
acciones si sabemos que sólo podríamos acometer cinco. Es mejor poner cinco e
ir a por ellas. Una vez que se han conseguido se gana en satisfacción y
confianza y te da esa sensación de irte a la cama con el deber cumplido.
-
Aprender a decir “NO”: Decir que sí a todo es la
receta perfecta para no hacer nada bien y acabar con la salud. Este tema daría
para un libro… Es obvio que decir que no es más fácil que hacerlo, pero hay que
hacerlo. Es más importante hacer menos, pero mejor hecho, que querer hacer todo
y con resultados mediocres. Decir que no a un jefe es difícil, pero si se
razona y si se “adoctrina” mostrando las ventajas de las alternativas, se puede
conseguir. Es mejor para todos, hasta para quienes no lo saben o no creen en
esto. Aquí, una vez más, una buena comunicación es fundamental.
-
Apagar: En ocasiones habrá que
llevarse trabajo a casa o estar pendiente del teléfono o del e-mail. Esto es
factible. Pero hay que definir un momento en que se deben apagar los equipos y
dedicar la atención, por completo, a los seres queridos o la actividad personal
que se esté llevando a cabo en ese momento. Y descansar, y desconectar…
Todo
esto son cosas que se pueden (deben) hacer, y eso lo dice alguien que durante
años se dedicó prácticamente en cuerpo y alma al trabajo e hizo lo opuesto a lo
que aquí recomiendo ahora. El hecho es que viví las duras consecuencias de no
tener en cuenta estas perogrulladas pero, no sin esfuerzo, mucho esfuerzo quizás,
aprendí a dar un enfoque más correcto a mi vida, en todas sus facetas. De
hecho, no es un proyecto concluido, sino que lo considero ahora como un
proyecto vital y en constante evolución.
Se puede. Se debe. Es mejor para uno mismo. Es mejor para quien nos permite pagar las facturas y los caprichos. Y es mejor para quienes nos rodean.
La vida
es demasiado corta como para vivirla sin equilibrio.
;-)
Autor: Raúl Cobos.
Autor: Raúl Cobos.