Hace
no mucho tiempo que alguien me recomendó ver el siguiente video de “TED Talks”
en el que Simon Sinek (profesor de comunicación en la universidad de Columbia ) describe cómo ocurre que
los grandes líderes son capaces de inspirar hacia la acción en los demás, por
qué algunas personas con capaces de alcanzar metas y otras no. Y lo hace
basándose en la idea del
“Golden Circle ”,
o círculo de oro; un novedoso enfoque sobre por qué las personas hacen lo que
hacen. También comenta sobre la “ley de la difusión de la innovación” y trufa
toda su exposición con ejemplos brillantes de Apple, los hermanos Wright,
Martin Luther King, etc..
Después
leí su libro “Start with Why” y, la verdad, tanto el video como el libro son más que recomendables.
También lo es su web www.startwithwhy.com.
A continuación incluyo el video, acompañado de su transcripción en español.
No tiene desperdicio.
Aún estando de acuerdo en la mayoría de los planteamientos de Sinek, opino que en realidad las empresas crean su razón de ser a partir de la definición del “quién”; es decir, “a quién sirven” o qué necesidad satisfacen en el mercado. Sólo entonces se deberían centrar en el “por qué” existen, para pasar al “cómo” y después al “qué”.
Y creo que hay dos razones que apoyan mi argumento:
1. Una empresa no existe simplemente para promover sus creencias. Existe para producir resultados a sus clientes, para satisfacer una necesidad a “quién sirve”. Comprender las necesidades de los clientes o cuál es el problema que solucionar es lo que realmente diferencia a unas empresas de otras en el mercado y les permite seguir centrándose en su objetivo principal: el cliente, generar ventas rentables.
2. Comenzar por “a quién sirve” es lo que permite a la empresa comprender a qué segmento de clientes se está dirigiendo o debe dirigirse de modo que pueda adaptar sus soluciones para cumplir con esas necesidades específicas de su segmento a lo largo del tiempo.
Transcripción del video:
¿Cómo se explica cuando las cosas no salen como se supone? O mejor,
¿cómo se explica cuando otros
son capaces de lograr cosas que parecen desafiar todas las
hipótesis? Por ejemplo: ¿Por qué
Apple es tan innovador? Año tras año
son más
innovadores que toda su competencia. Y, sin
embargo, son sólo una empresa de computadoras. Son como
todas los demás. Tienen el
mismo acceso a los mismos talentos, las mismas
agencias, los mismos consultores, los mismos medios. ¿Entonces por
qué es que parecen tener
algo diferente? ¿Por qué es
que Martin Luther King dirigió el
movimiento de derechos civiles? No fue el
único hombre que sufrió la
era previa a los derechos civiles en EE.UU. Y,
ciertamente, no era el único gran orador del momento. ¿Por qué él? ¿Y por qué es
que los hermanos Wright fueron
capaces de idear los vuelos tripulados autopropulsados cuando
ciertamente había otros equipos mejor
calificados, mejor financiados que no
lograron un vuelo tripulado y los
hermanos Wright tomaron la delantera?
Hace unos
tres años y medio descubrí algo y este
descubrimiento cambió profundamentemi visión
sobre cómo funcionaba el mundo, incluso
cambió profundamente mi manera de actuar en él.
Resulta ser
que hay un patrón: Al parecer,
todos los grandes líderes que inspiran y las
organizaciones en el mundo, se trate de
Apple, de Martin Luther King o de los hermanos Wright, todos
piensan, actúan y se comunican exactamente
de la misma manera. De manera
opuesta a todos los
demás.
Todo lo que
hice fue codificarlo. Y,
probablemente, sea la idea más simple del
mundo. Lo llamo
"El círculo de oro".
Esta pequeña
idea explica por qué
algunas organizaciones y algunos líderes pueden
inspirar mientras que otros no. Permítanme
definir los términos muy rápidamente.
Cada persona,
cada organización del planeta sabe lo que
hace en un 100%.Algunas saben
cómo lo hacen: llámese
propuesta de valor agregado, proceso
patrimonial, o PUV (Propuesta Única de Venta). Pero muy, muy
poca gente u organizaciones saben por qué
hacen lo que hacen. Y cuando digo
"por qué" no me refiero a "ganar dinero". Eso es un
resultado. Siempre lo es. Con "por
qué" quiero decir: ¿cuál es el propósito? ¿Cuál es la
causa? ¿Cuál es la creencia? ¿Por qué
existe la compañía? ¿Cuál es la
razón para levantarse cada mañana? ¿Y por qué
debería importarle a alguien? Bueno, como
resultado, nuestra manera de pensar y actuar, nuestra
manera de comunicarnos, es de afuera hacia adentro. Es obvio.
Vamos de lo más definido a lo más difuso.
Pero los
líderes inspirados y las
organizaciones inspiradas sin importar
su tamaño, sin importar su rubro, todos
piensan, actúan y se comunican desde adentro
hacia afuera.
Les voy a dar
un ejemplo. Yo uso Apple
como ejemplo porque se entiende fácilmente. Si Apple
fuera como todas las demás, su mensaje de
comunicación diría algo así: "Fabricamos
computadoras geniales. Están muy
bien diseñadas, son sencillas y fáciles de
usar. ¿Quieres
comprar una?". Y así es como
la mayoría de nosotros se comunica. Así se hace
la mayoría del marketing y de las ventas. Así es la
comunicación interpersonal para la mayoría de nosotros. Decimos lo
que hacemos, decimos cuán diferentes o mejores somos y esperamos
un determinado comportamiento: una compra,
un voto, algo así. “Ésta es
nuestra nueva firma de abogados. Tenemos los
mejores abogados, tenemos los clientes más grandes. Siempre le
respondemos a nuestros clientes comerciales”. “Este es
nuestro nuevo auto. Tiene mucha
autonomía, asientos de cuero. Compre nuestro auto”. Pero es poco
inspirador.
Pero Apple
realmente se comunica así: "En todo
lo que hacemos, creemos en el
cambio del status quo. Creemos en un
pensamiento diferente. La manera
como desafiamos el status quo es haciendo
productos muy bien diseñados, sencillos y
fáciles de usar. Sencillamente
hacemos computadoras geniales. ¿Quiere
comprar una?" Completamente
diferente, ¿verdad? Está listo para comprarme una computadora. Todo lo que
hice fue invertir el orden de la información. Esto
demuestra que la gente no compra lo que uno hace; la gente
compra el porqué uno lo hace. La gente no
compra lo que uno hace sino el porqué uno lo hace.
Esto explica
por qué todas las
personas en esta sala se sienten
tan cómodas comprando computadoras de Apple. Pero también
nos sentimos muy a gusto comprando
reproductores de MP3 de Apple, teléfonos de Apple, o un DVR de
Apple. Pero como
dije antes, Apple es simplemente una empresa de computadoras. No hay nada
que los distinga, estructuralmente,
de sus competidores. Sus competidores
están todos igualmente calificados para fabricar estos productos. De hecho, lo
intentaron. Hace pocos
años Gateway sacó televisores de pantalla plana. Están
altamente calificados para hacer televisores de pantalla plana. Han hecho
monitores de pantalla plana durante años. No vendieron
ni uno. Dell lanzó
reproductores de MP3 y PDA. Y ellos
fabrican productos de muy alta calidad. Y ellos
pueden fabricar productos con muy buen diseño. No vendieron
ni uno. De hecho,
hablando de eso, ni remotamente se nos ocurre comprar un
reproductor de MP3 de Dell. ¿Por qué
compraría uno un reproductor de MP3 a una compañía de computadoras? Pero lo
hacemos a diario.
La gente no
compra lo que uno hace; compra el porqué uno lo hace. El objetivo
no es hacer negocio con todos los
que necesitan lo que uno tiene. El objetivo
es hacer negocio con la gente que cree en
lo que uno cree. Esa es la
mejor parte.
Nada de lo
que les estoy diciendo es mi opinión. Todo está
basado en los principios de la biología. No en
psicología, en biología. Si uno mira
un corte transversal del cerebro humano, desde arriba hacia abajo, lo que ve es
que el cerebro humano está dividido en tres
componentes principales que se
correlacionan perfectamente con el “círculo de oro”.
Nuestro nuevo
cerebro de homo sapiens, nuestro
neocórtex se
corresponde con el nivel "¿qué?". El neocórtex
es responsable de todos nuestros pensamientos
racionales y analíticos y del
lenguaje. Las dos
secciones del medio forman nuestro cerebro límbico. Y nuestros
cerebro límbico es responsable de nuestros sentimientos como la
confianza y la lealtad. También es
responsable del comportamiento humano, de la toma de
decisiones y no tiene
habilidad para el lenguaje.
En otras
palabras, cuando nos comunicamos de afuera hacia adentro la gente
puede entender gran cantidad de información complicada, como
características, beneficios, hechos y cifras. Eso no guía
el comportamiento. Cuando nos
comunicamos de adentro hacia afuera, estamos
hablando directamente con la parte del cerebro que controla
el comportamiento y entonces le
permitimos a la gente racionalizarlo con las cosas
tangibles que decimos y hacemos. Aquí se
originan las decisiones instintivas. Ya saben, a
veces uno puede darle a alguien todos los
hechos y las cifras y ellos dicen
"conozco todos los hechos y detalles, pero siento
que algo no está bien". ¿Por qué
usamos el verbo "sentir"? Porque la
parte del cerebro que controla la toma de decisiones no controla
el lenguaje. Y lo mejor
que podemos elaborar es: "No sé, siento que algo no está bien". O en ocasiones
uno dice que lo guía el corazón, o que uno
tiene un pálpito. Bueno, odio
tener que decirles que esa parte del cuerpo no controla
el comportamiento. Todo sucede
aquí en el cerebro límbico, la parte del
cerebro que controla la toma de decisiones y no el lenguaje.
Pero si uno
no sabe por qué hace lo que hace y la gente
responde al porqué hacemos lo que hacemos, entonces, ¿cómo
vamos a hacer que la gente vote por uno
o nos compre algo? o, más
importante, ¿sea leal y quiera ser
parte de lo que sea que uno haga? De nuevo, el
objetivo no es venderle a la gente lo que uno tiene; el objetivo
es venderle a la gente que comparte nuestras creencias. El objetivo
no es sencillamente contratar gente que necesita
un empleo; es contratar
a la gente que crea en lo mismo que uno.
Yo siempre
digo, ya saben, si uno
contrata gente sólo porque puede hacer un trabajo, entonces trabajarán por el
dinero pero si uno
contrata gente que comparte nuestras creencias, entonces
trabajarán poniendo sangre, sudor y lágrimas. Y no hay
mejor ejemplo de esto que el de los
hermanos Wright.
Mucha gente
no sabe de Samuel Pierpont Langley. En los
albores del siglo XX conseguir el vuelo
tripulado autopropulsado era como el "punto com" de hoy. Todo el mundo
lo estaba intentando. Y Samuel
Pierpont Langley tenía lo que suponemos es la receta
del éxito. Quiero decir,
incluso hoy uno pregunta "¿Por
qué falló tu producto o tu empresa?" Y la gente
siempre responde una variante de las mismas
tres cosas: falta de
capital, las personas equivocadas, malas condiciones de mercado. Son siempre
las mismas tres cosas, así que exploremos eso. El
Departamento de Guerra le dio a
Samuel Pierpont Langley 50.000 dólares para que
ideara esta "máquina voladora". El dinero no
fue un problema. Él fue
asistente en Harvard, trabajaba en
el instituto Smithsonian y tenía conexiones extremadamente buenas. Conocía a
todos las grandes mentes del momento. Contrató a
los mejores que el dinero
pudo reunir. Y las
condiciones de mercado eran fantásticas. The New York
Times lo siguió a todas partes. Y todo el
mundo estaba a favor de Langley. Entonces,
¿cómo es que nunca oímos hablar de Samuel Pierpont Langley?
A unos cientos de kilómetros de distancia en Dayton, Ohio, Orville y Wilbur Wright no tenían ningún ingrediente de lo que consideramos como la receta del éxito. No tenían dinero. Financiaban
su sueño con las ganancias de su tienda de bicicletas. Ninguno en el
equipo de los hermanos Wright tenía
educación universitaria, ni siquiera
Orville o Wilbur y The New York
Times no los siguió a ninguna parte. La diferencia
fue que a Orville y
Wilbur los guiaba una causa, un propósito,
una creencia. Creyeron que
si fueran
capaces de idear una máquina voladora, eso cambiaría
el curso del mundo.
Samuel
Pierpont Langley era diferente. Quería ser
rico, y quería ser famoso. Estaba en
busca del resultado. Estaba en
busca de la riqueza. Y miren lo
que sucedió: la gente que
creyó en el sueño de los hermanos Wright trabajó con
ellos dejando sangre, sudor y lágrimas. Los otros
sólo trabajaron por la paga. Y cuentan
historias de cómo cada vez que los hermanos Wright salían, debían
llevabar consigo cinco conjuntos de piezas porque esas
eran las veces que se estrellarían antes de
regresar para la cena.
Y,
eventualmente, el 17 de diciembre de 1903 los hermanos
Wright remontaron el vuelo y nadie estaba
allí siquiera para presenciarlo. Nos enteramos
de eso unos días más tarde. Y una prueba
más de que a Langley lo movía un
interés equivocado, es que el día que
los hermanos Wright remontaron el vuelo, él abandonó. Pudo haber dicho: "Muchachos,
es un descubrimiento asombroso y voy a
mejorar su tecnología", pero no lo hizo. No fue el
primero, no se hizo rico, tampoco
famoso, así que abandonó.
La gente no
compra lo que uno hace; compra el porqué uno lo hace. Y si uno
habla de sus creencias, atraerá a los
que creen en lo mismo. ¿Pero por qué
es importante atraer a los que comparten nuestras creencias? Por algo
llamado "la ley de difusión de la innovación".Y si uno no
conoce la ley, definitivamente conoce la terminología.
El primer
2,5% de nuestra población son nuestros
innovadores. El siguiente
13,5% de nuestra población son los
adoptadores tempranos. El próximo
34% son la mayoría temprana, la mayoría
tardía y los rezagados. La única
razón por la que esta gente compra celulares táctiles es que ya no
venden teléfonos de disco.
Todos caemos
en distintos lugares en distintos momentos en esta escala, pero lo que
nos dice la ley de difusión de innovación es que si
queremos éxito de mercado masivo o que una
idea sea aceptada en el mercado masivo, no puede
lograrse hasta
alcanzar este punto de inflexión que está
entre el 15% y 18% de penetración de mercado. Y luego el
sistema se inclina. Me encanta
preguntar a las empresas: "¿Qué marca la diferencia en un nuevo
negocio? Todos
contestan con orgullo: "Oh, cerca del 10%". Bueno, uno
puede alcanzar con el 10% de los clientes. Todos tenemos
cerca del 10% que simplemente "lo entiende".Así es como
los describimos. Es como ese
pálpito: "Oh, ellos simplemente lo entienden".El problema
es: ¿cómo encontrar a los que lo entienden antes de
hacer negocios con ellos versus los que no lo entienden? Así que hay
una pequeña brecha que hay que
cerrar. Como Jeffrey
Moore la llama: "cruzar el abismo". Porque, ya
ven, la mayoría temprana no probará
algo hasta que
otro lo haya
probado primero. Y estos
tipos, los innovadores y los adoptadores tempranos, están cómodos
tomando esas decisiones instintivas. Se sienten
más cómodos tomando esas decisiones intuitivas que son
guiadas por lo que ellos creen acerca del mundo y no por el
producto que está disponible.
Esta es la
gente que esperó haciendo cola seis horas para comprar
un iPhone cuando salieron por primera vez, cuando
pudieron haber ido a la tienda la semana siguiente y comprarlo
allí. Esta es la
gente que pagó 40.000 dólares por
televisores de pantalla plana cuando recién salieron, a pesar que
la tecnología no estaba a punto. Y, a
propósito, no lo hicieron porque la
tecnología fuera genial. Lo hicieron
por ellos mismos. Porque
querían ser los primeros. La gente no
compra lo que uno hace; compra el porqué lo hace. Y lo que uno
hace simplemente demuestra lo
que uno cree. De hecho, la
gente hará las cosas que demuestren
sus creencias. La razón por
la que esas personas compraron el iPhone en las
primeras seis horas parados en
línea durante seis horas, fue debido a
lo que creían sobre el mundo y por cómo
querían que los demás los vieran. Fueron los
primeros. La gente no
compra lo que uno hace; compra el porqué lo hace.
Así que
permítanme darles un famoso ejemplo, un fracaso
famoso y un éxito famoso de la ley de
difusión de la innovación.
Primero, el
fracaso famoso. Es un ejemplo
comercial. Como dijimos
antes, hace un segundo, la receta del
éxito es el dinero, la gente adecuada y las condiciones de mercado favorables. Correcto. Uno
debería tener éxito entonces. Miren TiVo. Desde su
lanzamiento, hace unos ocho o nueve años hasta
nuestros días son el único
producto de más alta calidad en el mercado, eso no se
discute. Tuvieron muy
buena financiación. Las
condiciones de mercado eran fantásticas. Quiero decir,
usamos TiVo como verbo. Yo
"tiveo" cosas en mi DVR Time Warner todo el tiempo.
Pero TiVo es
un fracaso comercial. Nunca han
ganado dinero. Y cuando
hicieron una OPA (oferta pública de acciones) sus acciones
estaban en 30 ó 40 dólares y luego se
desplomaron y ya nunca superaron los 10. De hecho,
creo que nunca superaron los 6, salvo en un
par de pequeños picos. Porque ya
ven, cuando TiVo lanzó el producto nos dijeron
todo lo que tenía. Dijeron: "Tenemos
un producto que pausa la TV en vivo salta
comerciales, retrocede la TV en vivo y memoriza
los hábitos del televidente sin que uno
lo pida". Y la mayoría
cínica dijo: "No les
creemos. No lo
necesitamos. No nos gusta. Nos están
asustando". Y si hubieran
dicho: "Si eres
el tipo de persona al que le
gusta tener control total sobre cada
aspecto de su vida, hombre,
tenemos un producto para ti: pausa la TV
en vivo, salta los comerciales, memoriza tus
hábitos de televidente, etc, etc".
La gente no
compra lo que uno hace; compra el porqué lo haces. Y lo que uno
hace simplemente sirve como prueba de lo
que uno cree.
Ahora déjenme
que les dé un ejemplo exitoso de la ley de
difusión de la innovación. En el verano
de 1963, 250.000
personas se hicieron presentes en el Paseo
de Washington para oír al
Dr King. No mandaron
invitaciones y no había
sitio web para verificar la fecha. ¿Cómo se hace
eso? Bueno, el Dr.
King no era el único gran orador en EE.UU. No fue el
único hombre de EE.UU. que sufrió la era previa
a los derechos civiles en EE.UU. De hecho,
alguna de sus ideas eran malas. Pero él tenía
un don. No iba por
ahí diciendo a la gente lo que tenía que cambiar en EE.UU. Iba
diciéndole a la gente en qué creía. "Yo
creo, yo creo, yo creo", le dijo a la
gente. Y la gente
que creía lo mismo que él tomó su causa
y la hizo propia, y la transmitían
a la gente. Y algunas de
estas personas crearon estructuras para correr
la voz a otras personas. Y he aquí que 250.000
personas se hicieron presentes el día
indicado, en el momento indicado, a oírlo
hablar.
¿Cuántos
fueron a verlo a él? Ninguno. Fueron por sí
mismos. Es lo que
creían sobre EE.UU. lo que los
llevó a viajar en bus 8 horas a pararse
bajo el sol de Washington a mediados de agosto. Eran sus
creencias, no un tema de negros contra blancos. El 25% de la
audiencia era blanca. El Dr King
creía que hay dos leyes
diferentes en este mundo: La que emana
de la autoridad divina y la de los
hombres. Y sólo cuando
todas las leyes de los hombres sean
consistentes con las leyes que emanan de la autoridad divina viviremos en
un mundo justo. Y resultó que
el Movimiento de Derechos Civiles era el
instrumento perfecto para ayudarlo a darle vida
a su causa. Lo seguimos,
no por él, sino por nosotros.
Escuchen a
los políticos ahora con sus planes generales de 12 puntos. No inspiran a
nadie. Porque hay
líderes y hay personas que lideran. Los líderes
tienen una posición de poder o de
autoridad. Pero los que
lideran, nos inspiran. Ya sea que se
trate de individuos u organizaciones seguimos a
los que lideran, no porque
tenemos que hacerlo sino porque
queremos hacerlo. Seguimos a
quienes lideran, no por ellos, sino por
nosotros mismos. Y son los que
comienzan con el "¿por qué?" que tienen la
habilidad de inspirar a
quienes los rodean o de
encontrar a otros que los inspiren.