No
suelo hacerme eco en mi blog de noticias, artículos o informaciones
relacionados con temas bancarios o económicos si no están específicamente
relacionados con un aspecto empresarial concreto, o con las áreas que son de mi campo de trabajo específico. Pero eso no quiere decir que no siga con interés esta temática; es,
simplemente, una cuestión de focalización.
Pero
hoy me ha parecido oportuno incluir este artículo de José Carlos Díez, que
aparece en El País. Como de costumbre, los datos y los hechos son el mejor antídoto
contra la desinformación planificada.
He
aquí algunos datos, con perspectiva, que nos debería hacer pensar.
Rescatados
Desde que el Gobierno anunció a principios de 2012 el decreto de
saneamiento bancario hasta la intervención de Mario Draghi en julio de ese año,
con aquello de “haremos todo lo que sea necesario”, España sufrió una fuga de
capitales de unos 230.000 millones de euros, más del 20% del PIB. Para no
perder el sentido de la magnitud, en el Tequilazo mexicano de 1994 la fuga de
capitales en el país azteca fue del 10% del PIB.
La pertenencia al euro permitió a los bancos españoles pedir prestado al
BCE 400.000 millones, el 40% del PIB. Esto evitó que la economía saltara por
los aires como en las crisis de emergentes. No obstante, aquello precipitó la
intervención de Bankia, después la prima de riesgo se disparó y el Tesoro no
tenía capacidad de financiar la recapitalización de la banca.
La troika llegó a Madrid con el mandato de los socios de garantizar el buen
uso del dinero prestado. Básicamente lo que se ha hecho es liberar a las
entidades intervenidas de 100.000 millones de exposición a promotores; 50.000
millones se han dado por perdidos y los otros 50.000 están en el banco malo
donde los contribuyentes españoles hemos avalado el 100% de la deuda.
La prueba del algodón de una reestructuración bancaria es el crédito. Desde
2012, el crédito a empresas y familias se ha reducido en más de 200.000
millones, el 20% del PIB. Por tanto, estamos seguramente ante la mayor caída de
crédito de la historia de España. La crisis financiera y bancaria provocó una
profunda recesión que ha destruido 1,2 millones de empleos asalariados según la
contabilidad nacional.
La morosidad ha subido con fuerza y seguirá subiendo. Los márgenes de
negocio de la banca han caído y las entidades siguen en intenso proceso de
provisiones y de ampliaciones de capital. A pesar de todo este esfuerzo en los
balances bancarios sigue habiendo 200.000 millones de créditos a promotores más
los activos adjudicados de estos, cuya cifra oficial lamentablemente no está
disponible.
En algunos foros internacionales se habla de la necesidad de crear un banco
malo para pymes. Según el FMI hay un 40% de ellas en situación vulnerable de
entrar en mora. También sería necesario crear un banco malo de hipotecas para
absorber las pérdidas que generará la morosidad de ese 1,2 millones de empleos
perdidos. El déficit público sigue en el 7%, la deuda pública próxima al 100%,
la banca le debe al BCE 270.000 millones y es la mayor tenedora de deuda
pública con 250.000 millones. El círculo vicioso banca - riesgo soberano se
mantiene.
Con este escenario festejamos el éxito del rescate y queremos salir guapos
en la foto de las elecciones europeas. Pero la foto saldrá cara. La crisis
bancaria de los años setenta nos costó a los contribuyentes aproximadamente el
12% del PIB. La actual crisis es peor y solo llevamos reconocido el 6% del PIB.
Hasta que no acabe, no sabremos cuánto nos ha costado. Y todavía no ha
terminado.
José Carlos Díez es
profesor de Economía de Icade Business School.